Autobiografía

Mi nombre es Sarah Hernández Serrano, soy estudiante de la carrera de Ingeniería en Sistemas Computacionales en la Universidad de Montemorelos. Mis padres son Héctor Hernández Maya y Blanca Isela Serrano Galaviz. Mi padre es pastor de la Iglesia Adventista en la Asociación Norte de Tamaulipas de la Unión Mexicana del Norte, y mi madre es maestra en Colegio Alfa y Omega en Reynosa, Tamaulipas. Yo nací el 16 de septiembre de 1999 en Los Mochis, Sinaloa, México. Tengo dos hermanas menores: Judith y Esther Hernández Serrano.

Mis estudios en el jardín de niños fueron en el Colegio Culiacán en Culiacán, Sinaloa, y a la edad de 5 años comencé mi educación primaria. Para ese momento yo ya sabía leer y escribir gracias a mi madre, quien a pesar de que yo asistí menos de 5 meses estuvo al pendiente de mi educación. A la edad de 8 años me interesé bastante en la música, y fue hasta los 10 años que mi madre me inscribió a clases de piano. Gracias a ella siempre fui constante y disciplinada. A los 11 años entré a clases de flauta transversal en la Universidad Autónoma de Sinaloa donde tuve un excelente profesor, y a los 13 años mis padres me apoyaron para inscribirme también en clases de violín.

Como ya he dicho antes, mis padres siempre estuvieron al pendiente de mi educación y en ese mismo tiempo, concluía mi educación primaria, donde gradué con excelente promedio y fui presidenta de la clase de graduandos 2005-2012.

Comencé la secundaria a los 11 años, y durante esa etapa participé en algunos concursos a nivel zona y regional tales como: Himno Nacional, poesía coral, y concursos de matemáticas en los cuales tuvo la oportunidad de obtener 2do y 3er lugar. De igual manera, gradué con honores de la secundaria, siendo nuevamente presidenta de la clase de graduandos de la generación 2012-2015.

Seguí mis estudios de preparatoria en el Colegio Culiacán hasta el 2do semestre. Al pasar a tercer semestre nos mudamos a Reynosa, Tamaulipas en el Colegio adventista Alfa y Omega. Esos años fueron difíciles para mi familia por el hecho de mudarnos y que ya estábamos acostumbrados a la vida Sinaloa. Sin embargo, yo pienso que mudarme fue de lo más provechoso para mi vida, aprendí bastantes cosas. Yo siempre fui una niña muy tímida, me costaba desenvolverme con otras personas entonces el cambio de cultura, las nuevas personas, el hecho de crear una nueva imagen de mí para gente que estaba a punto de conocer, me hizo crecer emocionalmente.

Aprendí a hacer nuevos amigos, a que las relaciones con las personas son muy importantes para abrirse paso en la vida y a mantenerme firme en mis creencias. Fue en Reynosa donde me di cuenta de que muchos jóvenes tienen una doble vida. Algunos jóvenes están muy activos en actividades de la iglesia pero viven despreocupadamente de su vida espiritual fuera del sábado o de la iglesia.

Tuve la oportunidad de comenzar a dar clases de música y asesorías de matemáticas en mi casa con alumnos de kínder y primaria, esto me abrió la manera de relacionarme con adultos, es decir, tratar con los padres de mis pequeños alumnos. De esta manera aprendí a trabajar y estudiar poco a poco. Finalmente gradué de la preparatoria con medalla de excelencia académica, fui nuevamente presidenta de la clase de graduandos del Colegio Alfa y Omega. Sin embargo, ser de presidenta en este colegio involucró que tuve que buscar hacer los preparativos de la graduación como salón de eventos, cotizar precios, etc. Esta oportunidad fue de bendición para mí, para madurar más en mi aspecto social y emocional, ayudándome poco a poco superar mi timidez y lograr ver que nuestra autoestima es algo muy valioso por lo que uno trabaja constantemente para lograr esa estabilidad.

Finalmente, creo que Dios ha estado muy presente en mi vida. Mis padres siempre han sido muy dedicados en la vida espiritual tanto de mis hermanas, como la mía. Recuerdo muy bien cuando el verano antes de entrar a la universidad estuve trabajando y colportando en Estados Unidos. Mi padre me enseñó a que no me debe dar pena colportar, uno nunca sabe si será la única vez en que alguien pueda escuchar de Dios; también me enseñó que trabajar para Dios siempre te trae bendiciones y no siempre esas bendiciones monetarias, sino también de aprendizaje y crecimiento espiritual, intelectual, social, etc. Yo he visto hermoso y lindos milagros de Dios en mí, estoy muy agradecida como Él dirige también mi vida. Creo que me dio unos excelentes padres. Agradezco a Dios porque me ha dado talentos y me ha permitido desarrollarlos y creo que los talentos que Él nos da, para Él son. Por tanto, creo que uno no debe decir que no a las oportunidades de entregar nuestros dones al servicio de la iglesia.